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Albeiro Vargas

Nací el 7 de junio de 1978, en uno de los barrios periféricos de la ciudad de Bucaramanga, Colombia, en un hogar muy humilde y sencillo de la zona Norte; la cita con una vida comprometida la tuve a muy temprana edad.

Desde muy pequeño, a la corta edad de 6 años, empecé a sensibilizarme por la desesperanza y el dolor humano, estuve entre la pobreza de los más desprotegidos: los adultos mayores.

Sin embargo, veo esta realidad como una bendición ahora, pues ante las carencias, el Señor me regaló en abundancia, un corazón enorme capaz de iniciar esta gran obra.

El Ángel del Norte

Para el año de 1988, el grupo de adultos mayores ya era considerable en cuanto a número y necesidades. Hubo que redoblar esfuerzos, mientras seguía tocando la puerta de comerciantes, empresarios y toda la gente de buena voluntad que Dios puso en mi camino, quienes se vincularon al proyecto de acuerdo a sus posibilidades y generosidad.

Nuestra Casa

Por esta misma época, la Ciudad me conocía un poco más, gracias a un periodista del diario Vanguardia Liberal, Euclides Ardila, quien tituló un reportaje sobre mi historia como «El Ángel del Norte», se empezó a identificar a aquel niño con ese particular don, y con este nombre, la obra tomó reconocimiento en la ciudad y generaba confianza en la labor.

Fotografía: primer artículo de prensa. 1988, Vanguardia Liberal.

Identidad de "El Ángel"

Debido al creciente número de adultos mayores, algunos sin familia, olvidados y en condiciones paupérrimas de enfermedad y carentes del más mínimo recurso, crece la necesidad urgente de buscar ayuda, ya que solo mi familia no podía con la responsabilidad y nuestros recursos no eran suficientes. Así fue como un grupo de niños se unió a esta misión, comprometidos con el servicio y la tolerancia, visitábamos, compartíamos y cuidábamos con amor.

Los primeros Ángeles Custodios

Esta obra sigue creciendo, sobre todo en necesidades. Es imprescindible incrementar y mejorar algunos servicios como la asistencia en salud, terapia ocupacional, recreación y vivienda, para fortalecer cada vez más el sueño de disponer de «La Ciudadela del Adulto Mayor». Un macroproyecto que requiere de muchos recursos, pero que busca lo que jamás deberá faltar, el servicio con amor.

El sueño por venir

El mensaje que Albeiro y los Ángeles Custodios llevaban fue recibido en Francia por el periodista Tony Comití, quien atraído por el hecho, viaja a Colombia con la intención de constatar lo que su colega había escrito para Vanguardia Liberal.

Comití presencia la bonita obra que unos niños de un barrio pobre realizaban, es así como todo quedó grabado en un hermoso documental titulado «El Pequeño Ángel de Colombia». Este fue el comienzo de la gracia de Dios, la que nos permitiría llevar a cabo este sueño.

Cruzando fronteras

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